UPES (Unión de Periodistas y Escritores Saharauis) 28/03/2009 -. By: Timothy KustuschEn una de las lluvias torrenciales más grandes desde hace dos años, nubes tormentosas amenazaron con inundar la población saharaui en los campamentos de refugiados de Tinduf, Argelia, pero aún no hay constancia de daños materiales o personales serios.Después de precipitaciones intermitentes en las primeras horas de la mañana del viernes, los cielos permacecieron despejados durante varias horas. Sin embargo hacia las 3 de la tarde, un aguacero de ocho horas comenzó a descargar sobre el territorio alrededor de Tinduf.El cielo se volvió de color marrón y el granizo descargó sobre la tierra. Pequeños lagos y ríos se desbordaron sobre la arena habitualmente árida y los caminos se desbordó y se cortó suministro eléctrico por la caída de numerosos rayos.Alertados por los efectos de tormentas anteriores en la zona, la policía local avisó a los residentes del peligro inminente. La advertencia fue dada a conocer: si los residentes escuchaban el tiroteo de armas de policía, ellos debían juntar todos los bienes que pudieran y llevar a las familias a los lugares más elevados. Por suerte, no llegaron a sonar los tiros de aviso.Durante la tormenta, los miembros de dos organizaciones juveniles, la Brigada "Sumud" y el Grupo de Paz y Libertad, anduvieron incansablemente entre las casas de adobe y ayudaron a los vecinos a salvar sus casas y sus pertenencias.Los grupos formaron cadenas humanas para sacar cubos llenos del agua de las viviendas que habían sido inundadas y levantaron tiendas para los vecinos que no pudieran dormir en sus casas esa noche. Ellos también ayudaron a sacar coches del fango, salvaron cabras salvadas de las crecidas, y cavaron zanjas para canalizar el agua alrededor de las vecindades.Los cielos finalmente se despejaron alrededor a las 22h00 el viernes, sin heridos o daños irreparable en las casas de los tres campamentos que fueron inspeccionados.Para algunos el aguacero trajo al recuerdo las graves inundaciones de 2005-2006, que derribaron numerosos cuartos en los campamentos."Estoy aterrorizada", afirmó Fatma, residente en el campamento del 27 de febrero, durante la tormenta. "Siempre que llueve recuerdo cuando mi casa fue destruida hace unos años. Aún no hemos recuperado su pérdida".Pero para otros, la lluvia ha sido una bendición. La tormenta trajo el agua tan necesaria para los huertos locales, en especial el proyecto agrícola del campamento de Dajla. En la mañana del sábado los niños chapotearon en las charcas y lagos recién descubiertos, bienvenidos en un clima normalmente árido."Doy gracias de que no había ningún daño serio", dijo un taxista saharaui, "y da gusto ver la lluvia. Esto me recuerda que el resto del mundo no se parece a este infierno caliente y seco donde nos fuerzan a vivir".
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